Thanks to Jocelyn González and Patrick Grant for this interview for Strings & Things andTilted Axes.
Performance with Kumantuk Xuxpe, New York, 2022
Por Livia Salgado
El domingo los edificios y las luces de Nueva York fueron impregnados por una exploración sonora de dos músicos Mexicanos: Elisa Corona Aguilar y Benjamín Kumantuk Xuxpë.
La isla de Manhattan antes de que los europeos se posicionarán en ella fue habitada por los miembros de la nación Lenape o Lënapeyok.
Pero ayer Elisa y Benjamin no fueron ni extraños ni hallazgos, ya que sus raíces llevan mucho tiempo en este continente y así como se mezcla la sangre también se mezcla la música, y ayer la música de Elisa y Benjamín en vez de perderse en el aire, se fue a acariciar los rascacielos y a las luces de neón y abrazo a los transeúntes que van muy rápido, pero que no saben que el hechizo de esta ciudad es que es una ciudad de nadie y es ciudad de todos.
Elisa Corona Aguilar es traductora, escritora y guitarrista, está cursando el doctorado en música en NYU (Universidad de Nueva York) y es ganadora entre otros reconocimientos de el Premio Internacional de Sor Juana Inés de la Cruz.
http://www.elisacoronaaguilar.com/
Benjamín Kumantuk originario de Santa Maria Tlahuitoltepec Mixe en Oaxaca. Estudio en la CECAM ( Centro de Capacitación y Desarrollo de la Cultura Mixe), la Escuela Nacional de Música de la UNAM y en la Escuela de Música Ollin Yoliztli entre otras.
http://www.kumantukxuxpe.com/index.html
Y así el domingo nos reunimos no como extrańos en tierra ajena, si no como comunidad como territorio ya que la sangre, la música y la lengua también son territorios.
Incluso los demás miembros de la banda de Benjamin a pesar de no poder venir debido a papeleos; a visas y bordes impuestos estuvieron presentes, se vinieron como bolas de fuego :
Los Kumantuk Xuxpë la banda de Benjamin surgen de una narración tradicional ayuujk: donde los protagonistas se quitan la cabeza y se elevan en forma de bolas de fuego.
Así la ciudad de Nueva York el domingo se iluminó un poquito más con el talento y la tradición de Mexico.
Livia Salgado estudio la licenciatura de Comunicaciones en la Universidad de el Nuevo Mundo en Mexico y Diseńo Gráfico en Parsons NYC. Reside en NYC es diseńadora, pintora y práctica el arte de la espada japonesa

Escuchando lugares: el field recording como práctica artística y activismo ecológico, publicado por UNL
El mar que nos devora
Pieza para guitarra eléctrica, caja de música y iphone. Voz de la poeta Aura Sabina; poema de la poeta Blanca Luz Pulido, “Navegación nocturna”; sonidos del mar de la artista visual Tania Pineda; fragmentos de Satie, “Gnossienne No.1”; caja de luz & música hecha por el escultor José Antonio Rage.
Presentación Mingus&Mingus, con Erik Montenegro
Elisa Corona, la escritora que se mueve entre García Lorca y Siri
Sierpe y otras historias es mi proyecto de solista con guitarra, loop, iphone y más…gracias por la nota a CNN.

Sierpe es una serie de composiciones con guitarra eléctrica, loop, iphone, fragmentos de poesía y spoken word en distintos idiomas; es una reflexión en torno a las ciudades y la tecnología que las conecta y delimita; es también una conversación con artistas visuales, músicos y escritores como Saul Steinberg, O. Henry, Frank Zappa y otros que han explorado estos temas, particularmente con Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, una obra enigmática sobre la estancia del escritor en dicha ciudad, cuando buscaba romper la tradición literaria de la que provenía y retratar el espacio urbano desde la experiencia del extranjero, el migrante, el bilingüe.
Elisa Corona, la escritora que se mueve entre Federico García Lorca y Siri.
Fragmento de iLandscape.

Reflexiones en torno a la FILIJ 38: ¿Quién desea usar el poder de la censura?
Durantes las charlas y eventos de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil 2018 he tenido la oportunidad de volver a mis reflexiones sobre la censura y compartir con otros esta preocupación. Cuando escribí por primera vez sobre el tema, hace algunos años, hablé de la censura por parte de algunos grupos religiosos a Harry Potter, de los temas incómodos como la sexualidad y la cuestión racial en otros libros que se han convertido en clásicos infantiles. Corroboro al comparar anécdotas, experiencias personales y noticias internacionales que hoy el fascismo y la ultra derecha parecen repuntar en el mundo y, con ellos, su costumbre de eliminar libros que parezcan cuestionar su poder y autoritarismo, su deseo de eliminar al otro – el que profesa una religión diferente, una sexualidad diferente, el que es físicamente distinto, el que tiene menos privilegios. Autores y editores españoles hablaron de los recientes casos de censura en Venecia; también se mencionó el deseo de Bolsonaro, en Brasil, de hacer una purga de libros “inapropiados” para niños. Otros editores mencionaron dictámenes negativos respecto a libros que hablaban sobre la depresión y el suicidio. Las preguntas que surgen hoy son las preguntas de siempre: ¿quién se ofende y por qué ante los libros infantiles “inapropiados” o “censurables”? ¿A quién se está protegiendo realmente? ¿Al adulto o al niño…o al estado..o a la iglesia? Entre lectores, editores y escritores se habló también de resistencia, de apertura, de ensanchar los espacios de las letras para abrir opciones para los más pequeños y para nosotros mismos: es una tarea apremiante en un mundo donde el deseo de censurar al otro oculta un deseo de enmudecerlo para siempre y a toda costa, con tal de conservar el poder para unos cuantos.
Compartiendo reflexiones sobre censura y literatura infantil con Denise Ocampo (Cuba) y Adolfo Córdova (México).
Los días normales, de Doble vida
Permite que tus huesos se curen a la luz, de Rogelio Pineda Rojas
Fue una sorpresa para mí cuando hace algunos años varios conocidos me dijeron que uno de mis temas recurrentes era la infancia, algo en lo que yo no había reparado de manera conciente. Pero sospecho que la mayoría de los escritores nos dedicamos, en un momento u otro, a hablar de nuestra infancia para asimilarla y darle sentido. “Todos fuimos niños alguna vez,” dijo Saint-Exupéry. La infancia, como los libros, son algo difícil de procesar y digerir, de recordar y evocar. Es un ejercicio traicionero, rememorar la infancia, con sus triunfos y humillaciones, sus tesoros y sus pérdidas; es, queremos creer, la época de la fantasía, pero como el libro de Rogelio Pineda Rojas demuestra, es también la época del realismo más descarnado, más demoledor, del aprendizaje violento y de la decepción sin medias tintas. Es la época en que la cotidianidad es un estado constante de indefensión ante el mundo monstruoso de los adultos, aunque también un estado de descubrimiento sucesivo, en donde todo es hecho y visto por primera vez: atarse las agujetas es la mayor prueba de independencia, jugar a las luchas con el padre es un idilio, reparar el juguete descompuesto nos convierte en todopoderosos.
Rogelio crea una narrativa que evoca emociones primigenias de manera prodigiosa, donde tanto el dolor como el gozo son abrumadores, embriagantes, conviven día a día con igual intensidad. Es un retorno a ese cuerpo doblemente cuerpo, que mira a todos hacia arriba, que desconoce los dolores de la enfermedad o el abuso y los enfrenta por primera vez, que siente el éxtasis de las cosquillas y del placer erótico. Todos somos – o todos fuimos alguna vez – este protagonista que juega a los piratas con sus amigos y termina sufriendo el golpe descomunal del líder, el que llora con impotencia al ver una pelea de su progenitora en plena calle, el que besa a la Trevi en una revista de moda. Todos fuimos también el que descubre nuevas formas de transgresión al romper las reglas y nuevos horrores al ser descubierto y castigado. Con esta prosa demoledora, Rogelio Pineda Rojas nos lleva de la mano por una historia de crecimiento, de cómo se llega lentamente a una conciencia al menos parcial de las cosas que nos rodean, lo cual nos permite sobrellevar la confusión del mundo, adaptarnos y continuar nuestro camino.
Como todos los libros pero de manera inusualmente explícita e intensa, este libro es una confesión. La confesión de una infancia que atestigua y actúa, cargada de sensualidad y perversión, pero también de humor y afecto. Y cuando alguien confiesa es porque busca absolución. Y cuando la confesión no es secreta, cuando se escribe un libro, por ejemplo, intuyo que confesar se vuelve un instrumento para absolver a otros, para reflejarnos y perdonarnos en los otros, los lectores.
Es por esto que leer el libro de Rogelio implica un riesgo, el de obligarnos a evocar nuestra propia infancia y quedar atrapados en la intensidad de esos recuerdos sin otra opción que revivirlos. Es un riesgo que yo he tomado y que invito a todos a tomar, ya que explorar la infancia, reconstruirla, es la única forma de redimirnos, de perdonarnos y volvernos completamente libres.